La tragedia de Antuco, que ocurrió el año 2005 en los faldeos del volcán Antuco, región del Biobío, remeció la conciencia de los chilenos. Un sargento y 44 conscriptos murieron congelados debido a que realizaban ejercicios a – 35°C, una fatal y errática decisión de un oficial superior fue el causante de semejante marcha bajo condiciones infrahumanas.
Este hecho fatal es el tema que inspiró a la prestigiosa compañía Silencio Blanco, (“Pescador”, “Chiflón, el silencio del carbón”) que montó Antuco, reciente estreno en la sala Sala B1 (Edificio B, piso 2) del GAM, con la técnica del uso de marionetas.
Con dirección de Santiago Tobar, este montaje posee una estructura de relato muy diferenciada. La primera parte, que se concreta a través del interior de una pequeña casa rural habitada por una madre, un abuelo y un conscripto, las marionetas manipuladas diestramente por cinco manipuladores-actores (tres mujeres y dos hombres) describen las acciones cotidianas de estos tres personajes-marionetas en su dia normal, (comer, beber, dormir, etc) las marionetas (las tres de un color monocromático de un blanco grisáceo) se mueven generando gestos, emociones y actitudes que empañan sus vidas diarias.
La manipulación es de tan alta calidad técnica que el espectador se asombra del trabajo manual de los manipuladores, cada movimiento provee a los muñecos de una calibrada sensibilidad, ayuda mucho la asombrosa hermosura artesanal con la cual están construidos los artefectos de la casa; mesa, cama, silla, mantel, entre otros objetos, un trabajo creativo sobresaliente realizados por el mismo director.
PRIMERA TORMENTA, POCO ANTUCO
Lamentablemente esta sección no tiene mucha relación con Antuco, excepto un momento cuando el conscripto realiza ejercicios militares, el resto lo constituye la descripción de la cotidianidad de un hogar como muchos otros, es tan extensa y monótona que necesariamente Antuco queda atrás, domina el espacio la enorme calidad técnica de los maniobradores, al punto que se vuelven eje y corazón del montaje.
Vestidos con traje deportivo sobre un piso que tiene el diseño habitual de una cancha de básquet, despliegan una suerte de alegoría visual más acrobática que otra cosa, alejándose (más bien, enfriando) de lo que quieren o buscan narrar; los hechos terribles de Antuco.
Algo cambia cuando surgen, rodeando al conscripto, una jauría de animales (caballos, leones, gallinas etc) que generan una suerte de agobiante clima agresivo sobre el joven militar, el mundo animal enardecido (metáfora de los peligros mortales que lo rodean), de poco va socavando las posibilidades de seguir con vida en medio de una jungla zooformica, sin embargo, al igual que el tramo anterior, este segmento es exageradamente extenso, tanto que uno queda agobiado por este vigoroso trabajo actoral, asombra si, el notable trabajo corporal de los actores, entre ellos sobresale Camilo Yañez, un torbellino de fuerza y carácter actoral realmente impecable.
Y ¿Antuco?, lejos aún.
SEGUNDA TORMENTA, LA PERFECTA
En los últimos tramos de esta expedición en la nieve, Antuco, renace, la pieza cobre una energía apabullante, la luz bajo la nieve se vigoriza, la música cobra una textura dramática, ahora arrecia un frío asesino, una tormenta de viento y nieve atacan al conscripto, éste se acomoda sobre la espalda de un actor que está arrodillado sobre la nieve, herido por los latigazos de una naturaleza agresiva, la vida se le va extinguiendo, los manipuladores maniobran con una sencilla sensibilidad que cala hondo en el espectador, cada gesto logrado expresa el dolor de un sufrimiento indecible, en el corazón de la marioneta se activan los últimos latidos de vida de este joven militar.
El Silencio Blanco (la compañía) ahora bulle de nieve y gritos, los cinco manipuladores logran (conquistan mejor dicho) quizás lo mejor de este montaje con marionetas;, humanizar al conscripto, que ya no un muñeco que se mueve con pinzas, ya no lo mueven; ahora se mueve. Ahora es una figura a mano que posee vida propia, la vida de los actores.
Antuco, casi no tiene texto, solo voces, monosílabos, exclamaciones, gestos sonoros, ladridos, aullidos, palabras como “emboscada”, la música es un cruce curioso entre Juan Gabriel, boleros, y segmentos originales, todo lo cual configura un punto alto de Antuco, el responsable de este diseño sonoro y composición músical es Ricardo Pacheco.
Lo mismo cabe para el diseño escénico, pulcro y altamente propicio para adentrarnos en esta tragedia bajo la nieve.
No es fácil mixturar de corrido, alternando sobre la marcha actuación y manipulación, son dos aspectos bien opuestos pero que cohabitan en una misma creación actoral, la marioneta exige una maniobrabilidad muy precisa, mínima, al límite siempre, inmerso en esos gestos cinéticos el actor debe producir emoción, carácter, relato, sensibilidad, todo eso se debe aunar en una misma corporalidad, en un mismo tejido actoral.
Todo eso fue posible gracias a Camila Pérez, Camilo Yáñez, Consuelo Miranda, Marco Reyes, Marion García. Antuco, la tragedia, (no la pura manipulación) vive (si bien sólo en el último tramo) en escena gracias a ellos. Lograron quizás lo más arduo para un actor o actriz exigido a dos bandas: que el espectador se integre a la melodía de sus emociones.
COORDENADAS
11 Ago al 3 Sep, 2023
Ju a Sá— 20 h
Do—19 h (solo 27 Ago y 3 Sep)Sala B1 (Edificio B, piso 2)
$7.000 Gral.
$5.600 Personas mayores
$3.500 Estudiantes y Membresías GAM
FICHA ARTÍSTICA
Antuco
Compañía Silencio Blanco
Dirección artística
Santiago Tobar
Producción creativa
Dominga Gutiérrez
Realización de marionetas y escenografía
Santiago Tobar
Diseño escénico
Belén Abarza
Diseño sonoro y composición musical
Ricardo Pacheco
Intérpretes
Camila Pérez, Camilo Yáñez, Consuelo Miranda, Marco Reyes, Marion García
Diseño gráfico
Daniel Hanselmann
Fotos y registro audiovisual
Ignacio Martínez
Comunicaciones
Loica Cultura & Comunicación


Fotografías de © Ignacio Martínez