Jaime Ciero: La armonía de un baile que nunca dejó de sobrar

“El baile de los que sobran”, fue una canción compuesta el año 1986 por el grupo chileno Los Prisioneros en plena dictadura de Augusto Pinochet, una obra que no solo expresaba el malestar y descontento social de la época, sino que cuestionaba la desigualdad económica arrastrada por décadas de enriquecimiento hacia un pequeño sector privilegiado en desmedro de la gran mayoría de chilenos sin mayores oportunidades de desarrollo económico, social y cultural. Una realidad que no ha contrastado con la actualidad y que a pesar de los 34 años que han pasado desde la creación de esta obra maestra, sigue siendo el himno obligado de la angustia y desesperación de un pueblo cada día más pisoteado por los intereses mezquinos y faltos de humanidad.

Jaime Ciero, músico, compositor, intérprete y creador de grandes canciones del catálogo popular nacional e internacional, nos presenta una obra que lejos de ser un cover, se transforma en un tributo de mirada virtuosa en armonías vocales para adherir a nuestro contexto social un grito de alarma, de sollozo, de esperanza y calidad. La fabricación manual de corcheas y semifusas a través de las manos, dan el golpe necesario para construir una base rítmica. La agudeza de los altos en el hi-hat otorgan el brillo necesario para contradecir una caja estridente y cruzada ante un bombo electrizado entre palmas y puños. El bajo no siendo menor, se rebela en un sonoro diafragma como base apañadora de puntillos y a contrapuntos de armonías vocales que parecen coro entremezclados de gestos audibles de cuatro cantos organizados en diferentes escalas, pero unidos por el sentir de un músico que no se cansa de fabricar notas en el aire.

No emocionarse al escuchar esta nueva versión del “baile de los que sobran”, es simplemente no vibrar con la piel, los cinco sentidos reaccionan a la vigencia del dolor de un Chile que despertó, que nos remece y motiva en nuestra propia cara la necesidad de luchar, cantar y mirar con nuevos aires la letra de un asertivo Gonzalez…y como decía el prócer rockero, también es hora de oír los consejos del profesor, disfrutar el sol sobre las cabezas y hacerlo verdad, porque los juegos al final ¡si se transformaran en laureles y futuros! y nunca más volverán a dejar a nuestros amigos, nuestros padres, nuestros pueblos originarios y todo un Chile…pateando piedras.

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